Acidificación oceánica: el gemelo malvado del calentamiento global
Aunque se presta mucha atención a los impactos del calentamiento, existe otro efecto más directo derivado de la quema de combustibles fósiles y la deforestación. Más del 30% del dióxido de carbono emitido por el ser humano se disuelve en los océanos, haciendo que su agua se vuelva gradualmente más ácida. Ove Hoegh-Guldberg, investigador sobre arrecifes de coral, explica la amenaza de la acidificación de los océanos: "La evidencia recopilada por los científicos en todo el mundo durante los últimos años sugiere que la acidificación oceánica podría representar una amenaza igual, o quizás incluso mayor, para la biología de nuestro planeta que el calentamiento global". Así, un nuevo estudio titulado Paleoperspectivas acerca de la acidificación oceánica (Pelejero et al 2010) califica a la acidificación de "gemelo malvado" del calentamiento global.
La disolución del CO2 en los océanos produce un descenso en el pH. Este cambio en la química oceánica afecta a los organismos marinos y sus ecosistemas de varias maneras, especialmente a organismos como los corales y los mariscos cuyas conchas o esqueletos están formados con carbonato cálcico. Actualmente, la superficie de los océanos se ha acidificado en promedio en 0,1 unidades pH desde los niveles preindustriales, y estamos observando señales de sus impactos incluso en el océano profundo.
El pasado nos permite comprender mejor cuáles serán los futuros efectos de la acidificación oceánica a medida que continuemos emitiendo más CO2 y acidificando los océanos incluso más. Los núcleos de hielo nos dan datos precisos de la evolución del CO2 en la atmósfera durante los últimos 800.000 años. Estas reconstrucciones, junto con datos derivados de los foraminíferos, muestran que el pH de la superficie oceánica era menor durante los interglaciales (altos niveles de CO2 atmosférico) y, a la inversa, el pH era mayor durante las glaciaciones, cuando el CO2 era menor. Correspondiendo con eso, los foraminíferos parecen haber formado conchas más gruesas o más finas en escalas de tiempo glaciales-interglaciales acoplados con esos cambios en los niveles de CO2.
Figura 1: variabilidad glacial–interglacial en el pH del agua en superficie (puntos azules, ver el eje de la derecha), superpuesta sobre la concentración atmosférica de CO2 durante los últimos 800.000 años (línea de color magenta) (Pelejero 2010).
Los niveles actuales de CO2 atmosférico son los mayores de los últimos 800.000 años. De manera similar, los niveles de pH son ya mayores que los experimentados durante ese mismo periodo. Para el final del siglo XXI, el descenso proyectado en el pH del agua marina es tres veces mayor que cualquier cambio observado durante las oscilaciones climáticas entre periodos glaciales e interglaciales. El momento en que el pH del agua marina cambia más rápido es en las terminaciones glaciales, cuando la Tierra sale de una glaciación. El cambio en proyectado durante el siglo XXI es unas 100 veces más rápido.
¿Cuál será el efecto de una caída así en los niveles de pH? Echemos un vistazo más atrás, a momentos en los que el pH cayó a los mismos niveles proyectados para el final del siglo XXI. Ha habido varios periodos en los que se han inyectado pulsaciones de CO2 a la atmósfera, por actividad volcánica o deshielo de hidratos de metano. Un ejemplo muy conocido es el Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (MTPE o PETM, en inglés), que ocurrió hace unos 55 milliones de años. Durante este periodo, las temperaturas globales aumentarion en más de 5°C en un periodo de menos de 10.000 años, lo cual coincidió con una liberación masiva de dióxido de carbono a la atmósfera, que produjo la acidificación del océano. Este cambio provocó una serie de respuestas biológicas entre las que se incluye la extinción masiva de los foraminíferos bentónicos.
Retrocediendo aún más, hay otros ejemplos de extinciones masivas que coinciden con un calentamiento global y aumentos en el dióxido de carbono atmosférico. Un examen de la extinción masiva que tuvo lugar hace 251 millones de años hacia el final del Pérmico, muestra que los patrones de mortalidad son consistentes con los efectos fisiológicos de concentraciones elevadas de CO2 (junto con los efectos del calentamiento global). Hace 205 milliones de años, enntre el Triásico y el Jurásico, un repentino aumento en los niveles de CO2 coincidió con una seria eliminación de la sedimentación de carbonatos, muy probablemente relacionada con la acidificación del océano. Una situación similar tuvo lugar hace 65 milliones de años durante la extinción masiva del Cretácico-Terciario. La mayoría de las especies calcáreas planctónicas pasaron a ser poco comunes o desaparecieron.
La futura acidificación depende de cuánto CO2 emitamos los humanos durante el siglo XXI. Para el año 2100, varias proyecciones indican que los océanos se habrán acidificado en unas 0,3 o 0,4 unidades de pH, más de lo que muchos organismos como los corales pueden tolerar. Esto creará condiciones nunca vistas en la Tierra en al menos 40 millones de años.
*Una página web muy recomendable es Climate Shifts, administrada por uno de los coautores de Pelejero 2010, con gran énfasis en los arrecifes de coral. Para más investigación peer-reviewed sobre la acidificación oceánica visita la página de AGW Observer de Estudios acerca de la acidificación oceánica.
Translation by Jesús Rosino. View original English version.